martes, 26 de abril de 2016
domingo, 17 de abril de 2016
EL CEREBRO ADICTO
El Cerebro Adicto.
Introducción:
Hasta
hace unas décadas la drogadicción se
consideraba un problema moral y de falta de voluntad hoy se reconoce como una enfermedad y se sabe
cómo tratarla.
"La
heroína, la cocaína y otras drogas siguen matando a unas 200.000 personas al
año, destruyen familias y causan sufrimiento a otras miles de personas, crean
inseguridad y contribuyen a la propagación del VIH", la cannabis es la sustancia ilícita
más consumida.
La ONUDD calcula que en el
mundo existen entre 119 y 224 millones de consumidores de cannabis (marihuana),
sobre todo en Estados Unidos y Europa, así como también estima
que aproximadamente una de cada 100 muertes de adultos en el mundo se debe al
consumo de drogas ilícitas.
Muchos adultos son conscientes de que el consumo de
drogas y alcohol puede ser peligroso si se consume demasiado. Sin embargo, las
drogas y el alcohol puede ser particularmente riesgoso
para adolescentes debido a los choques automovilísticos, ebriedad,
sobredosis y un alto riesgo de suicidio que resultan en miles de muertes cada
año.
Son varios los factores que ocasionan que tanto
adultos como jóvenes e incluso niños presenten serios problemas de adicciones,
desde la familia, los amigos, la baja autoestima, etc.
Tipos de
Drogas más Comunes:
·
Cafeína
·
Cocaína
·
Crack
·
Inhalantes
·
LCD
·
Hachís
·
MMDMA o Estaxis
·
Nicotina
·
Opiáceos (Heroína, morfina, etc.)
·
Peyote
·
Hongos pcsilocibes, también conocidos como alucinógenos o mágicos
·
Benzodiacepina.
· Marihuana
El Cerebro Adicto.
Casi todos
conocemos algún caso de adicción amigos,
familiares o compañeros, adictos al alcohol, al tabaco o a medicamentos legales
o a drogas ilícitas Todas estas adicciones provocan la misma reacción en la
química del cerebro.
Hoy éstas se definen como una
enfermedad crónica caracterizada por la búsqueda y el uso compulsivo de una
sustancia a pesar de saber los daños que ocasiona. Al igual que otras
enfermedades como la diabetes, la adicción se puede tratar, el tratamiento
incrementa la calidad y la duración de la vida.
Nueva
perspectiva
Cuando la ciencia comenzó a
estudiar la conducta adictiva en la década de 1930 se pensaba que las personas
adictas a las drogas y al alcohol tenían una moralidad deficiente y carecían de
fuerza de voluntad. Estas ideas moldearon las respuestas de la sociedad al
abuso de drogas. Se le consideraba un problema moral y no de salud. A raíz de
importantes descubrimientos que empezaron en la última década del siglo pasado,
se ha ido transformando nuestra comprensión de las adicciones y la imagen del
adicto. En entrevista con ¿Cómo ves? la doctora María Elena Medina Mora
Icaza, directora del Instituto Nacional de Psiquiatría "Ramón de la Fuente
Muñiz" (INPRF), narra lo que propició este cambio observó en imágenes
cerebrales la influencia de las drogas sobre diversas zonas del cerebro y
encontró la causa física de la dependencia de sustancias como la cocaína y los
opioides. "Esto nos llevó a entender por qué los pacientes, aunque
quisieran, no podían dejar las sustancias por sí solos, sino que realmente
necesitaban tratamiento", señala la doctora Medina Mora, agregando que
éste fue un indicio importante de que las adicciones tenían todas las
características de una enfermedad. La adicción se considera hoy una enfermedad
del cerebro porque las drogas modifican la química, la estructura y el
funcionamiento de ese órgano.
Efectos de algunas sustancias
Nicotina. Estimulante que se encuentra en cigarros y otras formas
de tabaco. Es muy adictiva y al fumarse eleva el riesgo de cáncer, enfisema,
trastornos bronquiales y problemas cardiovasculares.
Alcohol. Su consumo puede dañar el cerebro y la mayoría de los
órganos. Las áreas cerebrales especialmente vulnerables a esta droga son la
corteza cerebral (funciones ejecutivas), el hipocampo (memoria y aprendizaje) y
el cerebelo (coordinación de movimientos). Mariguana. Puede dañar la memoria y
el aprendizaje de corto plazo, la capacidad de concentración y la coordinación.
Aumenta el ritmo cardiaco y puede perjudicar los pulmones, así como elevar el
riesgo de desarrollar psicosis en personas vulnerables.
Inhalables. Sustancias volátiles que se encuentran en muchos
productos caseros, como pinturas, pegamentos y algunos aerosoles. Son
extremadamente tóxicos y pueden dañar el corazón, los riñones, los pulmones y
el cerebro.
Cocaína. Estimulante que por la brevedad de sus efectos se suele
consumir varias veces en una sola sesión. Puede provocar graves consecuencias
médicas relacionadas con el corazón y los sistemas respiratorio, nervioso y
digestivo.
Enfermedad crónica
"La adicción es una
enfermedad que progresa por etapas", puntualiza en entrevista el doctor
Rubén Baler, científico de la salud explica que en la primera etapa las personas
utilizan sustancias para alcanzar la euforia que brindan, pero este consumo de
drogas se convierte muy rápido en enfermedad en quienes las utilizan en forma
crónica. El cerebro empieza a adaptarse a la sustancia y aparecen los primeros
signos de dependencia. He aquí algunos signos que sugieren adicción: consumir
la droga de manera regular, imposibilidad de dejarla, gastar en droga más de lo
que se tiene, extralimitarse para obtener droga (incluso robar) y sentir que se
necesita la droga para funcionar cotidianamente.
Cuando se abusa de las drogas se
alteran algunas zonas del cerebro como el tallo cerebral, que controla el ritmo
cardiaco, la respiración y el sueño; la corteza cerebral, que procesa la
información sensorial y nos permite pensar, planear, resolver problemas y tomar
decisiones, y el sistema límbico, donde se aloja el llamado circuito de
recompensa del cerebro. Dicho sistema motiva al individuo a repetir conductas
necesarias para la supervivencia y la reproducción como alimentarse y tener
sexo.
Al ingresar en el cerebro las
drogas obstaculizan su sistema de comunicación e interfieren en el proceso
normal de intercambio de información neuronal. Recordemos que las células
nerviosas se comunican por medio de sustancias químicas llamadas
neurotransmisores que llevan mensajes entre ellas. Una neurona libera el
neurotransmisor, que cruza un espacio interneuronal, conocido como sinapsis, y
se adhiere a un receptor (una proteína) en otra neurona. Neurotransmisor y
receptor embonan como una llave en una cerradura.
La estructura química de drogas
como la mariguana y la heroína es tan similar a la de un neurotransmisor
natural, que los receptores las aceptan como si fueran el neurotransmisor.
Otras drogas, como las anfetaminas y la cocaína, hacen que se produzca una
cantidad excesiva de neurotransmisores naturales o evitan que el organismo
recicle el exceso de estas sustancias. En consecuencia, el mensaje
interneuronal se intensifica, impidiendo una comunicación adecuada.
La mayoría de las drogas
interfieren con la actividad de un neurotransmisor llamado dopamina, que
desempeña un papel fundamental en las sensaciones de placer. "El cerebro
está condicionado a repetir conductas que permiten la supervivencia y las drogas
actúan produciendo una activación mucho mayor de la que ocurre en las
situaciones naturales de recompensa", explica la doctora Medina Mora.
"El cerebro pierde la capacidad de sentir placer por las recompensas
naturales, pues se acostumbra rápidamente a las dosis masivas" de dopamina
que se producen al consumir una droga, y lo hace reduciendo su producción
natural, o bien disminuyendo la cantidad de receptores que captan la señal de
este neurotransmisor. Así, cuando falta la droga el cerebro ya no cuenta con
dopamina suficiente y la persona deja de disfrutar cosas naturalmente
placenteras, lo que conduce a la apatía y a la depresión. "Cuando el
cerebro comienza a adaptarse a altos niveles de dopamina, el individuo tiene
que usar más y más droga para obtener el mismo efecto", añade Rubén Baler.
Es decir, se desarrolla tolerancia a la droga. En el individuo que ha llegado a
esta etapa, la falta de droga provoca el llamado síndrome de abstinencia, con
síntomas como ansiedad, irritabilidad, náuseas, insomnio, episodios de
sudoración, temblores y psicosis, y puede llevar a la muerte.
Ciertas investigaciones muestran
que la tolerancia a las drogas puede generar cambios muy profundos en las
neuronas y en los circuitos cerebrales, con efectos que pueden ser graves. Por
ejemplo, si el abuso de drogas altera la concentración óptima de un
neurotransmisor llamado glutamato, que participa tanto en el circuito de la
recompensa como en la capacidad de aprender, el cerebro intentará compensar el
cambio dañando en ocasiones la función cognitiva. Igualmente, el abuso de
sustancias a largo plazo suele provocar condicionamiento: ciertos factores
ambientales se empiezan a asociar con la experiencia de la droga y provocan un
deseo incontrolable de consumirla.
Este condicionamiento es tan
fuerte que la adicción puede resurgir incluso tras muchos años de abstinencia.
En palabras de Baler: "El
cuerpo es uno, y lo que vemos como dependencia psicológica es una manifestación
de los cambios en el cerebro, que intenta adaptarse y manejar niveles anormales
de neurotransmisores". El consumo crónico de drogas deteriora el
autocontrol y la capacidad de tomar decisiones adecuadas. Según Baler estas
adaptaciones del cerebro a las sustancias llevan al ansia incontrolable de
utilizarlas aunque el individuo sepa que tienen consecuencias catastróficas.
Biología
y ambiente
Como todo lo que influye en
nuestra salud física y mental, la propensión a las adicciones proviene de
varios factores biológicos y ambientales. "Los factores genéticos más o
menos explican 40 o 60% del riesgo total. El resto son factores ambientales,
sociales, culturales, dietéticos. Todo tipo de factores que no entran en el
biológico", señala Baler y agrega que no existen personas sin riesgo
genético absoluto. "No se trata de uno o cuatro genes que sean malos".
Tenemos miles de genes. A fin de cuentas, el que se manifieste el
comportamiento adictivo dependerá tanto de lo genético como del entorno. Así,
incluso si un individuo tuviera genes que propician el comportamiento adictivo,
si en su entorno no se usan drogas o si su comunidad de compañeros y amigos no
las consume, será muy improbable que el individuo desarrolle adicción
simplemente porque hay una interacción positiva y robusta entre la parte
biológica y la parte ambiental.
Con todo, Baler indica que
algunas personas pueden definirse como más vulnerables, pues tienen un riesgo
mayor de desarrollar una conducta de abuso de sustancias; son las personas
proclives a conductas de riesgo o a la búsqueda de novedades.
Principales factores de riesgo
- Conducta
agresiva temprana
- Habilidades
sociales deficientes
- Ausencia
de supervisión paterna
- Compañeros/amigos
que abusan de sustancias
- Disponibilidad
de la droga
- Pobreza
…
Principales factores de
protección
- Autocontrol
- Relaciones
positivas
- Supervisión
y apoyo paterno
- Información
- Políticas
contra el uso de drogas
- Cohesión
comunitaria
Dependencia
física
Según María Elena Medina Mora hay
sustancias que por sí mismas son muy adictivas; por ejemplo, la heroína. Desde
que se usa por primera vez provoca una modificación estructural del cerebro.
Otras sustancias adictivas como el alcohol, el tabaco y la benzodiazepina
(medicamento psicotrópico que actúa sobre el sistema nervioso central) producen
dependencia muy rápido en las personas propensas.
Para que se desarrolle una
adicción importa igual lo adictiva que sea la droga, su disponibilidad y lo
aceptable que la considere la sociedad. La directora del INPRF señala que el
riesgo se puede medir en un laboratorio con modelos animales. Por ejemplo, una
rata de laboratorio es capaz de preferir la cocaína al alimento hasta la muerte,
pero esto no sucede con la nicotina. Sin embargo, entre los humanos hay tres
veces más adictos a la nicotina que a la cocaína y esto tiene que ver con que
la nicotina es más fácil de adquirir y su consumo es más aceptado por la
sociedad. En el caso del alcohol, otra droga de fácil acceso y con amplia
aceptación social, entre el 10 y el 15% de las personas que beben desarrollan
la dependencia. Uno de sus principales síntomas es el aumento de la tolerancia;
es decir, se necesita beber más para experimentar los efectos deseados. La
tolerancia se desarrolla muy rápido.
La primera vez que bebemos el
efecto es fuerte. Luego crece la tolerancia y aunque mucha gente controla su
uso, ese control se pierde en los adictos.
La
adolescencia, factor de riesgo
"Toda la parte del cerebro
que es responsable del juicio, raciocinio y control de la conducta se
desarrolla hasta los veintitantos años", explica la doctora Medina Mora.
Como los adolescentes suelen tomar sus decisiones a partir de las emociones y
no del juicio y el raciocinio, es más probable que abusen de las sustancias. El
problema principal es que en esa etapa de desarrollo el cerebro es mucho más
vulnerable. "La adolescencia es una época en la que se están desarrollando
todas las conexiones y exponer el cerebro a las drogas a esa edad tiene
consecuencias mucho más dañinas", indica la especialista. Los daños que
causa la mariguana en el cerebro pueden ser reversibles en las personas que la
empiezan a consumir en la edad adulta, pero no hay evidencia de que lo sean
cuando el abuso comienza en la adolescencia. Las investigaciones sugieren que
en este caso las consecuencias duran mucho más. "Al reunir a todas las
personas que han estado expuestas una o más veces al uso de sustancias,
controlando todas las demás variables, hemos encontrado que quienes desarrollan
dependencia generalmente comenzaron a usar drogas dos años antes que aquellos que
no la desarrollaron. Y aunque el punto de corte son los 17 años, para el caso
de la mariguana tenemos el riesgo incrementado hasta los 26 años". Esto
significa, según la especialista, que los adolescentes no deben ni beber, ni
fumar, ni usar otras drogas "y que tenemos que trabajar con todas las
políticas públicas que nos ayuden a protegerlos".
En cuanto a los usos medicinales
de la mariguana la doctora Medina Mora señala: "Todo este asunto de la
mariguana medicinal realmente confunde a los jóvenes". Si bien
anteriormente pudieron exagerarse los daños que provoca, esto no significa que
sea una droga inocua. Asimismo, es un error pensar que, por ser un producto
natural, no hace daño. "La heroína y el opio también provienen de
productos naturales y causan una dependencia terrible". Además, es un
riesgo que ocurra con ella lo mismo que con algunos medicamentos para aliviar
el dolor, que pueden causar fuertes dependencias y son actualmente el principal
problema de abuso de sustancias en Estados Unidos. En ambos casos, manejados
correctamente cumplen su función, pero si se hace incorrectamente, pueden ser
muy peligrosos.
Adicción sin sustancia
Un descubrimiento, realizado por
investigadores del Scripps Research Institute de California en estudios con
animales, en 2010, sugiere que los mismos mecanismos cerebrales que participan
en la adicción a las drogas aparecen en la compulsión de comer y el consecuente
desarrollo de la obesidad. En ambos casos el exceso puede provocar una
descompensación en el circuito de recompensa; en los comedores compulsivos, los
impulsa a buscar alimentos ricos en grasas. Esta similitud hace pensar que
muchas de las compulsiones, o conductas adictivas humanas (por ejemplo,
adicción al sexo y a los juegos de azar) podrían tener relación con
desequilibrios de dopamina o de otros neurotransmisores. Así, aunque en
principio estas conductas no sean adictivas, pueden llevar a la adicción.
Problemas
mentales y vulnerabilidad
Otro grupo de riesgo está formado
por las personas que tienen algún tipo de padecimiento mental, como bipolaridad
o esquizofrenia. "Sabemos que existe un gran porcentaje de comorbilidad
(es decir, de presencia de dos trastornos simultáneos: la adicción y una
enfermedad mental)", dice Rubén Baler. Aproximadamente 60% de las personas
con problemas de abuso de sustancias tienen también una enfermedad
psiquiátrica.
La doctora Medina Mora ilustra
con el caso de un niño con problemas de ansiedad; por ejemplo, las fobias que
surgen más o menos a los siete años. Si este niño llega a la edad adulta sin
encontrarse con las drogas o con el alcohol, probablemente ya para entonces
podrá resolver su problema. No obstante, si en su adolescencia prueba el
alcohol y descubre que éste reduce la ansiedad, confundirá ese efecto con la
solución de sus problemas y será mayor el riesgo de que desarrolle dependencia.
Ya adulto seguirá teniendo el problema de la ansiedad y además una adicción. Es
importante identificar lo más pronto posible a la gente que padece enfermedades
psiquiátricas o, en general, que es más vulnerable a caer en adicciones.
El uso de drogas como la
mariguana en edades tempranas aumenta el riesgo de depresión. Algo similar
sucede con la esquizofrenia, cuyo riesgo aumenta entre una y siete veces en
quienes empezaron a fumar mariguana antes de los 25 años.
Consecuencias
conductuales, familiares y sociales
Todas las adicciones pueden tener
graves consecuencias para la salud y las relaciones humanas y, por tanto, para
el bienestar personal, familiar y social. Este trastorno afecta varios
circuitos cerebrales. "No solamente el circuito que calcula la
recompensa", dice Rubén Baler, "sino también los relacionados con el
aprendizaje, con la memoria, con el control de emociones, con la toma de
decisiones; son varios circuitos. Todos interactúan entre sí y muestran una
disfunción en el adicto". Asimismo, dependiendo de la sustancia y del
tiempo que se haya empleado, los efectos sobre la salud pueden ir de
enfermedades cardiovasculares, enfisema o cáncer, al desarrollo de trastornos
mentales irreversibles.
Siendo adicto se corre también el
riesgo de sufrir o infligir a otras personas algún daño no intencional, o de
incurrir en actos de violencia o delitos por influencia de las drogas o de la
abstinencia. La doctora Medina Mora señala que "las drogas también son un
problema social con muchas facetas porque tener un adicto en la familia la
modifica, afecta su calidad de vida y tiene un impacto emocional, económico y
social". Por esta razón se buscan enfoques de tratamiento que permitan a
las personas con adicción abandonar la sustancia, pero al mismo tiempo que
modifiquen, desde el aspecto bioquímico y conductual, las causas que provocan y
agravan su adicción. Para que un tratamiento sea efectivo debe atacar por todos
estos frentes. "Por ejemplo, hay que entrenar de nuevo los circuitos
neuronales que calculan las recompensas naturales: la de la comida, la de salir
con amigos, la del sexo. Todos los aspectos de la recompensa natural que se
volvieron disfuncionales en el adicto", señala el doctor Baler.
Lo mismo sucede con los circuitos
relacionados con la voluntad (memoria, emociones, toma de decisiones).
"Cada uno de estos aspectos relacionados con las funciones ejecutivas
tiene que ser atacado de un modo distinto", dice Baler. Así, algunos pueden
recibir tratamiento con fármacos; otros requerirán terapias
cognitivo-conductuales o intervenciones motivacionales, entre otras terapias de
eficacia probada en las personas adictas y que también suelen combinarse con
fármacos. No obstante, añade Baler, "el mensaje importante es que la
adicción conlleva el desajuste de muchos circuitos, y que para tratar al adicto
deben tenerse en cuenta todas las disfunciones al mismo tiempo".
Por tanto, el tratamiento debe
definirse según la persona, el tipo de sustancia, el ambiente en que vive y sus
recursos, internos y externos. No se intenta resolver únicamente el problema
bioquímico, sino considerar al individuo y su contexto: su familia y su lugar
de trabajo. En definitiva, se requiere una terapia multidimensional que procure
entrenar nuevamente un cerebro que aprendió algo totalmente anormal, pues la
adicción, en última instancia, es una enfermedad de aprendizaje.
Como la diabetes, la adicción es
crónica e incurable. Así, siempre se pueden sufrir recaídas. Pero la
probabilidad de recuperación es similar a la de la diabetes y puede controlarse
para mejorar la calidad de vida. En consecuencia, la recaída no debe considerarse
como el fracaso del tratamiento; sólo indica que éste tiene que repetirse. La
doctora Medina Mora señala que si entendemos que la adicción es una enfermedad
y que la recaída forma parte de ella, un tratamiento exitoso no debe medirse
sólo por la abstinencia, sino por la disminución de las recaídas, así como de
su gravedad y duración. "Esto realmente mejora la condición de salud y los
periodos de abstinencia incrementan la esperanza de vida".
El
mejor enfoque: la prevención
Pero para no llegar a necesitar
tratamiento Rubén Baler propone la prevención universal: "Evitar todo lo
que sabemos que es dañino y tratar de promover y enaltecer lo que sabemos que
es positivo". Entre los factores negativos se encuentran, por ejemplo, los
padres adictos, la pobreza extrema, la mala nutrición, la falta de ejercicio,
así como un ambiente que no sea confiable para los chicos y, desde luego, un
entorno de violencia. "Deben evitarse esas actividades desafiantes, o de
franca delincuencia", pues son factores de muy alto riesgo. Baler añade
que no es cuestión de magia. "Todo lo que promueve un ambiente saludable
por fuerza va a reducir el riesgo absoluto de abuso de sustancias".
Y la doctora Medina Mora agrega
que "tenemos que trabajar para que se deje de vender alcohol a los
adolescentes", lo que sucede incluso en tiendas establecidas que funcionan
las 24 horas. También hay que frenar la disponibilidad de inhalables y de
cigarros sueltos. Proteger a los adolescentes de las drogas es fundamental,
"pues toda la evidencia de salud pública nos habla de un riesgo
mayor" en la adolescencia. Al documentar tanto la investigación que ha
realizado la doctora Nora Volkow como la que ha financiado el Instituto
Nacional de Psiquiatría se encontraron todos los elementos que definen la adicción
como una enfermedad tratable.
Conclusión:
La adicción es una enfermedad crónica que
progresa por etapas, el cerebro empieza a adaptarse a la sustancia y aparecen
los primeros signos de dependencia.
Cuando se abusa de las drogas se alteran algunas
zonas del cerebro como el tallo cerebral que controla el ritmo cardíaco la
respiración y el sueño.
El cerebro pierde la capacidad de sentir
placer por la recompensa naturales se acostumbra rápidamente a las dosis masiva
de dopamina que se produce al consumir una droga.
Cuando el cerebro comienza adaptarse a altos
niveles de dopamina el individuo tiene que usar más y más droga para obtener el
mismo efecto.
El uso de droga como la mariguana en edades
tempranas aumenta el riesgo de depresión.
Entre los factores negativos se encuentran
,los padres adictos la pobreza extrema, la mala nutrición la falta de
ejercicio, un ambiente no confiable para los chicos y desde luego, un entorno
de violencia.
Reflexión.
Me interese por este tema ya que se ha convertido
en un problema cada vez más frecuente entre los jóvenes, el consumo de las drogas es un problema de la
sociedad actual y de salud pública que nos afecta a todos.
Aun cuando las drogas han estado en todas las
culturas y en todas las épocas hoy son más
las personas que consumen droga, hay más cantidad y es más fácil poder conseguirla.
¿De dónde partiste para empezar a escribir?
Para comenzar a escribir este tema busque
datos estadísticos para conocer más sobre drogadicción y me encontré con cifras muy elevadas de personas adictas sobre todo hay mucho
joven que recurre a alguna sustancia, y
a causa de algún efecto de alguna droga llegan a cometer algún delito, hay
muchas muertes ya sea por sobre dosis llegan haber suicidios o llegan a tener
un accidente.
domingo, 10 de abril de 2016
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